El jueves, 5 de julio de 2007 05:26:42 UTC+2, DEPORTE Y AUTISMO escribió:
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El problema de la lateralidad y la actividad física . (Parte I)Por: Juan Carlos García Mesa.
Profesor de Psicología y Psicopedagogía del Deporte y la Educación
Física.
curriculum vitae | contactar con autor | artículos del mismo
autorEn el presente artículo el autor realiza un análisis pormenorizado
del problema de la lateralidad visto por las diferentes escuelas o
corrientes que estudian el movimiento humano, el autor ofrece sus
puntos de vista, sobre la base de su experiencia de más de 15 años de
trabajo en actividades deportivas y de la educación física, lo que le
permite arribar a significativas conclusiones.El problema de la lateralidad y la actividad física .
Introducción.
La actividad nerviosa superior garantiza una adecuada relación y
adaptación al medio que se encuentra en constante variación
espaciotemporal, sin esta propiedad de reflejar, los organismos vivos
se moverían pasivamente sin seleccionar el camino adecuado.Podemos plantear que la actividad nerviosa superior tiene un nivel
jerárquico por encima de la función coordinadora, que radica en su
carácter integrador. Sin la integridad normal del sistema nervioso, no
es posible el desarrollo de sus funciones o estas no cumplen
adecuadamente sus objetivos de adaptación, provocándose además
determinados trastornos. La mayoría de las funciones sensoriales y
motoras que vincula al organismo con su medio y a través de las cuales
se expresa la actividad del tejido nervioso son estructuras pareadas.
Desde los tiempos de Broca (1861) se trabaja en el mundo los problemas
de las asimetrías.El pareamiento estructural ha de entenderse como la coordinación
funcional entre ambas estructuras, existiendo la posibilidad de que
las dos realicen un mismo trabajo, que una trabaje un tiempo mientras
la otra descansa o que una realice una función principal y la otra
accesoria, situación que se expresa en el caso de las actividades
motoras (Ej. las deportivas) relacionadas con el uso de las
extremidades superiores e inferiores y sus correspondientes
laterales.
Desarrollo.Una de las perspectivas científicas que más ha estudiado la
lateralización ha sido la del Desarrollo Motor (Cioni y
Pelleegrinetti, 1982; Lierderman y Kinsbourne, 1980), Provins, Dalziel
y Higginbotton, 1987; Burt, 1937, Zazzo, H. 1960, Hacaen y
Ajuriaguerra, J.1963). , tratando de establecer desde un punto
evolutivo la génesis de las diferentes conductas de lateralización en
función de las edades.El dominio lateral se establece gradualmente en el proceso de
desarrollo del niño, la educación en la primera infancia puede atenuar
la utilización de su lado dominante en sus movimientos.Para la escuela psicomotriz, la lateralidad es la brújula del esquema
corporal y lo máximo que podemos hacer es afirmar la tendencia
genética de cada ser humano mediante ejercicios psicomotrices. Así, Le
Buolch, J. (1969), la considera como la traducción de una
predominancia motriz general manifestada a través de los segmentos
derecho e izquierdo.Se puede apreciar una tendencia a interpretar la lateralización como
una capacidad genérica; para Harris, A. J. (1969), significa la
preferente utilización y la superior aptitud de un lado del cuerpo
frente a otro. Kephart, N (1964), supone que es la capacidad para
coordinar un lado del cuerpo con el otro y para discriminar
cognitivamente entre ambos.Esta expresión genetista, según estos autores conllevó al estudio de
la lateralidad como una supuesta capacidad universal del hombre de
estar lateralizado de forma general para todos los segmentos
corporales y conductas, yendo aún más lejos al tratar de buscarle una
estructura subyacente o esencia latente tras las conductas; estas
estructuras han sido normalmente biológicas, y bajo la cual se supone
que debe existir un hemisferio cerebral dominante.Diferentes estudios realizados como los de Milner, B. Et al (1964), en
el lenguaje apuntan hacia la existencia de asimetrías funcionales, así
como los informes sobre asimetrías en el EEG (electroencefalograma),
cuando los electrodos eran situados en lados diferentes. Esas
asimetrías funcionales han forzado la búsqueda de una asimetría
morfológica sustentadora.Los datos obtenidos sobre estudios con gemelos humanos no respaldan la
existencia de un componente genético en la dominancia de la manualidad
(Collins, R. 1970). Este mismo autor (1979), considera que el
aprendizaje es un elemento determinante de la manualidad humana.La mayoría de las personas presentan preferencias motoras estables en
la ejecución de sus movimientos, la utilización de determinada mano o
pierna, la ejecución de giros, la pierna de despegue o péndulo, entre
otros. Estas asimetrías motoras existen también en los movimientos
cotidianos, ejecutamos mucho de estos, siempre con el mismo brazo o
pierna sin que haya mediado una manera especial de aprendizaje para
hacerlo así.No está bien definido el criterio para determinar si un individuo es
zurdo o derecho. La ciencia ha denominado a la preferencia motora de
una de las partes del cuerpo, con el término de "dominio lateral", la
mitad del cuerpo o miembro preferido se denomina "dominante", a las
personas que no tienen un dominio lateral definido se les llama
"ambidextros".En el momento actual el proceso por el cuál el niño se convierte en
derecho o en zurdo no es aún conocido de forma precisa. Según Rigal,
R. y colaboradores (1985; Citado por Texeira, 1998), si la relación
dominancia hemisférica sobre dominancia lateral no es puesta en
cuestión, el origen de esta relación varía entre dos posiciones
extremas. La dominancia hemisférica es determinada en el nacimiento lo
que significa que la lateralidad es hereditaria o resulta de la
utilización preferencial de un lado del cuerpo con relación al otro,
lo que significa que la lateralidad es adquirida. Es generalmente
admitido que existe una interacción herencia medio en lo que concierne
a la adquisición de la dominancia manual.En los últimos tiempos es que se ha podido profundizar sobre ciertos
aspectos relacionados con el carácter de ambos hemisferios; un punto
de gran interés en los temas relacionados con la dominancia cerebral
es el lenguaje.
Desde el modelo comportamental del ámbito del control y el aprendizaje
motor (Oña, A. et al 1999), se considera que la dominancia lateral es,
fundamentalmente un producto del aprendizaje. Además, cada
comportamiento tiene sus características propias y se mueve en
diferentes dimensiones, siendo la prevalencia lateral solo una de
ellas.Hoy en día se maneja el concepto de "dominancia latente", ya que
existen una serie de estados intermedios de dominancia para el
lenguaje de los individuos, que van desde la dominancia absoluta del
hemisferio izquierdo pasando por la equivalencia de ambos hemisferios,
hasta la dominancia absoluta del hemisferio derecho.Cuando están normalmente interconectados ambos trabajan conjuntamente
como una unidad funcional, y el control es ejercido, según la tarea,
por uno u otro hemisferio. De esta manera el antagonismo intrínseco e
incompatible de las habilidades de procesamiento derecha e izquierda
se torna en complementación y colaboración mutua.De Gangi y Berk 1983 (citado por Guma, E. 1988) señalaron que la
integración motora bilateral se desarrolla como resultado de la
comunicación interhemisférica y durante la infancia el signo más obvio
de atraso o defecto en la integración motora bilateral es el fallo en
el desarrollo de una fuerte preferencia manual.Tchuprikov y Klein 1982 (citado por Guma, E. 1988), plantearon, acerca
de la interrelación de los hemisferios cerebrales, que el carácter
relativo de la lateralización, no resulta un proceso necesariamente
estático y definidamente fijado estructuralmente sino un equilibrio
neurofisiológico dinámico.Desde el modelo comportamental del ámbito del control y el aprendizaje
motor (Oña, A. et al 1999), se considera que la dominancia lateral es,
fundamentalmente un producto del aprendizaje. Además, cada
comportamiento tiene sus características propias y se mueve en
diferentes dimensiones, siendo la prevalencia lateral solo una de
ellas.Basados en este modelo han existido numerosas investigaciones que
confirman la relación entre el aprendizaje y las habilidades de
lateralización, como se muestra en resultados ya descritos por Hutt,
A. en 1917 (citado por Provins, K. A. y Dalziel, F.R. 1969), que
expresan los exitosos cambios de manualidad en tareas tales como la
escritura en una etapa avanzada de la vida, debido a parálisis o
amputación de un miembro. Estos datos parecen apoyar la existencia de
una relación entre las habilidades motoras, la manualidad y el papel
preponderante del entrenamiento en la ejecución diferencial de los
lados.Otro aspecto a ser analizado, es lo que Puni, A. Z. (1957) definió
como "Transferencia cruzada" en la interacción de los hábitos, donde
la asimilación de un hábito por una extremidad asegura la asimilación
de ese mismo hábito por la otra extremidad simétrica. Puni se refiere
aquí a como los vínculos que se manifiestan entre los centros de los
hemisferios cerebrales condicionan los movimientos análogos de las
extremidades, sobre la base de la experiencia adquirida por el sujeto
en el desarrollo de la acción, donde la generalización juega un papel
importante, mostrándose identidades y diferencias en cuanto a la
realización de la acción dada.Para Provins, K. A. (1956) y Peters, M. (1976), algunas pruebas
indican que la práctica o el entrenamiento tienden a acrecentar la
ejecución de ambas manos, mejorando la ejecución de la mano no
preferida considerablemente más que la preferida, llegando a ser la
ejecución de ambas manos muy parejas.
El conjunto de resultados de estos trabajos le permitió a Oña, A. y
Bilbao, A. (2000), sostener como hipótesis básica que "la lateralidad
puede entenderse como un conjunto de conductas, que se adquieren cada
una de ellas de forma independiente, por un proceso particular de
entrenamiento y aprendizaje, en lugar de quedar determinadas por una
supuesta facultad genérica neurológica innata..."Analizando los paradigmas de aprendizaje para la investigación del
desenvolvimiento de la lateralidad, Teixeira, L. (1992, 93 y 97)
diseño un conjunto de experimentos cuyo aspecto común fue que, además
de observar desempeños iniciales simétricos para ambas manos, los
grupos practicantes con la mano dominante o con la mano no dominante
mostraron los mismos resultados de desempeño al final de las
tentativas de práctica, con las curvas de resultado prácticamente
sobrepuestas.Los resultados de Rigal, R. (1992) indican que la asimetría lateral es
un aspecto dinámico de la motricidad humana, en que uno de dos
importantes factores a determinar el resultado de la magnitud de
asimetría, es el volumen de práctica con el miembro de criterio
(Collins, 1975; McGonigle y Flook, 1978). Otra evidencia de carácter
dinámico de las asimetrías laterales es la estabilidad básica de
diferencia de desempeño entre las manos dominante y no dominante
(Provins y Cunliffe, 1972; Sappington, 1980), con variaciones del
índice de dominancia lateral en función del momento en que fue
observado.Analizando los paradigmas de aprendizaje para la investigación del
desenvolvimiento de la lateralidad, Teixeira, L. (1992, 93 y 97)
diseño un conjunto de experimentos cuyo aspecto común fue que, además
de observar desempeños iniciales simétricos para ambas manos, los
grupos practicantes con la mano dominante o con la mano no dominante
mostraron los mismos resultados de desempeño al final de las
tentativas de práctica, con las curvas de resultado prácticamente
sobrepuestas.Cuando fueron transferidos para desempeñar la misma tarea con la otra
mano, el resultado sufrió declinación significativa con ambas manos,
retornando a niveles próximos a los iniciales, estableciéndose una
posición intermediaria entre el desempaño inicial y aquel observado al
final de la adquisición. Al final del proceso de aprendizaje se
observó el mismo comportamiento en términos cuantitativos y
cualitativos, una vez que el nivel final del resultado fue determinado
exclusivamente por la cantidad de práctica con cada miembro y no por
la dominancia lateral.Diversos estudios han mostrado que "las tareas asignadas, el papel del
trabajo y la estrategia para desarrollarlas han sido los que a lo
largo de la historia del hombre conforman la dominancia cerebral
hemisférica". (Feld, V. 2002)Al interpretar la lateralidad motora como un proceso de aprendizaje,
debemos situar su estudio en el área del Aprendizaje Motor, el cual
considera que "el aprendizaje de cualquier movimiento es un cambio o
modificación de una conducta motora" (Oña, A. Et al. 1999).Dentro del ámbito del Aprendizaje Motor, las técnicas de modificación
han resultado ser efectivas en el tratamiento de numerosas conductas
motoras, siendo el feedback un procedimiento clave hoy día en el
Aprendizaje Motor, por lo que puede ser utilizada para modificar la
lateralidad motriz, como así lo demuestran los resultados de Oña, A. y
Bilbao, A. (2000)Entre los resultados de esta investigación, se destaca la importancia
del entrenamiento en la capacidad de diferenciación de ambos lados de
elección, observando, pues, que la práctica y el entrenamiento pueden
determinar más decididamente que la madurez, el conocimiento de uno u
otro lado.También se destaca que cada conducta ha de ser tratada como objetivo
independiente de aprendizaje, y no que existe una tendencia genética-
biológica generalizada para todas las conductas humanas que exigen la
elección de una parte del cuerpo derecho o izquierdo, con preferencia
sobre el otro.Sobre estos aspectos que de una forma u otra, se ha hecho común la
utilización del concepto estabilidad, entendido como aquel esfuerzo
por el cual la fuerza desarrollada en un esfuerzo bilateral al máximo
es menor que el ejecutado en un gesto unilateral al homólogo, debido a
la intervención al mismo tiempo de la extremidad contralateral (R.
Squadrome, C. Gallozzi y G. Pasquini, 1995).En los deportes en los que haya sido confirmado y demostrado que un
determinado tipo de ejecución (por ejemplo "por la izquierda"), es
sinónimo de ventaja y de éxito deportivo, como en esgrima, judo, etc.En deportes, predominantemente de oposición y lucha, que suelen
demandar una ejecución unilateral (Tenis, Esgrima, Squash, Tenis de
mesa, etc.), donde una ejercitación con la extremidad no dominante
puede favorecer la ejecución con la extremidad preferida.En este sentido, J. González (1996) ya había concluido con la
hipótesis de que un buen jugador de tenis, para mejorar sus golpes con
una buena economía, debería ser progresivamente menos lateralizado.Esto mismo ha sido propuesto por numerosos autores (U. Wenger, 1988;
W. Starosta, 1992, etc.) quienes también habían valorado como positiva
la ejercitación deportiva impugnando el implemento con la mano no
dominante e incluso modificando las características de dicho
implemento (tamaño, peso, proporciones, etc.).
En la caracterización realizada a la población objeto de la
investigación desde el punto de vista de los niveles de dominancia
hemisférica motriz, se apreció una clara división entre sujetos que
manifiestan predominancia lateralizada y los que muestran latencia en
su dominancia. Es significativo el alto porciento de la muestra que
manifiesta índices de latencia en la dominancia hemisférica motriz, y
la gran cantidad de niños que manifiestan condiciones objetivas para
la ambidextría.En general, en todos aquellos deportes, sobre todo psicomotrices, en
los que la dificultad en el aprendizaje de sus movimientos se pueda
ver favorecida por una práctica sistemática que incluya la
ejercitación de ambos lados con fines, esencialmente, de transferencia
hacia el lado preferente.Sobre este aspecto concreto, U. Wenger (1988) ya había revelado que en
diversos experimentos, incluso en deportes como los que demandan la
utilización de raqueta, se había demostrado que el entrenamiento con
la mano contralateral mejoraba el rendimiento de la mano preferente.A similares conclusiones han llegado otros autores como W. Starosta
(1992), quienes atribuyen a las sensaciones cinestésicas la principal
razón de que los deportes deban ser ejercitados tanto el lado
preferente como el no dominante, sobre todo en la fase inicial, ya que
de esta manera se "refrescarían" las citadas sensaciones
cinestésicas.Respecto a otras disciplinas deportivas como la Gimnasia Artística,
también se han realizado estudios (J. López Bedoya, 1990; J. López
Bedoya, J. Gil & M. Vernetta, 1992) en los que fueron formuladas
diferentes hipótesis en el sentido de si podría ser más efectivo el
aprendizaje de movimientos deportivos específicos que implicaban
rotación en el eje longitudinal, cuando el sentido de rotación se
mantenía al lado preferente o si se cambiaba al lado no preferente.Se concluyó, por tanto, que el entrenamiento era el factor decisivo en
la performance de los giros longitudinales, y no la preferencia en el
sentido de rotación, lo que abre un importante campo de trabajo
respecto a las demandas que exigen otros deportes, como puede ser el
Judo.También resultaría ventajosa la transferencia en todos aquellos
deportistas que, por causa de cansancio, intensidad o volumen de
carga, lesión o incapacidad transitoria o permanente del hemilado
preferente, deban excluir la ejecución por ese hemicuerpo, de forma
temporal o definitivamente (Judo, Esgrima, Tenis, etc.)Asimismo, en todas aquellas situaciones en las que, una vez que haya
sido confirmado a través de estudios experimentales, se pueda asegurar
que el mecanismo de la transferencia puede favorecer la consecución de
los objetivos previstos.En el ámbito deportivo, ha sido muy común efectuar estudios
relacionados con la lateralidad, tanto respecto a su influencia en la
adquisición o reeducación de la técnica como en el análisis de las
consecuencias referidas a la simetría o asimetría de sus
intervenciones.Entre ellos destacamos W. Starosta, (1977, 1989, 1992) sobre el
Patinaje, S. Grondin, M. Trottier & C. Houle (1994), sobre Hockey
hielo, J. Solin (1990b) y R. Chanon (1990, 1991), sobre corredores de
vallas, P. Olislagers (1984), J. López Bedoya (1990) y J. López
Bedoya, J. Gil & M. Vernetta (1992), sobre Gimnasia Artística, A.
Soares (1981), sobre Gimnasia Rítmica,...Las consideraciones más significativas vertidas sobre estos estudios
parecen sugerir que la transferencia es posible y recomendable en un
amplio espectro de disciplinas deportivas y en muy diferentes ámbitos
de intervención.Asimismo, lo más sorprendente resulta ser la formulación de la
hipótesis que sugiere que los resultados obtenidos son independientes
de la preferencia lateral inicial, siendo el proceso de aprendizaje-
entrenamiento el principal responsable de los logros y las
adquisiciones en materia de dominancia respecto a la ejecución
lateral.No obstante, todavía subsiste la hipótesis de si la extrema
preferencia por un hemisferio cerebral, es decir, lo que se conoce
como "hemisphericity" podría influir en el aprendizaje de una destreza
motriz.Sobre esta cuestión, los resultados de un estudio (M. Fairweather & B.
Sidaway, 1994) referido a los efectos de diferentes estrategias de
enseñanza hemisférica sobre una destreza deportiva como el swing de
Golf en escolares diestros entre 14-15 años (n=40), que no presentaban
extrema preferencia, sugieren especial atención.En el experimento se asignó, al azar, un tipo de enseñanza dirigido al
hemisferio izquierdo, otro al derecho y un tercero a ambos, para el
aprendizaje y ejecución de la mencionada destreza.Los datos revelaron que el grupo del hemisferio derecho y el
interhemisférico aprendió y ejecutó la destreza más eficientemente que
los del hemisferio izquierdo; asimismo, los dos primeros ejecutaron y
presentaron una adquisición de forma similar pero el grupo
interhemisférico mostró mejor retención de la destreza, por lo que se
concluyó recomendando este tipo de estrategias.En relación a la transferencia y a la simetrización de los movimientos
deportivos, consideramos que se trata de un método útil y eficaz en la
mejora de la coordinación motriz global y una técnica de intervención
poco explotada hasta el momento, la cual puede ser empleada tanto en
el más alto nivel como en las etapas iniciales de aprendizaje, siendo
más evidentes las adquisiciones en estas últimas.En investigación realizada por el autor del presente artículo, donde
se aplica un experimento con un diseño de tipo cuasiexperimental con
preprueba-postprueba y grupos intactos (uno de ellos control)
(Campbell y Stanley, 1965), y en el cual se compara la influencia de
diferentes tratamientos al desarrollo de la dominancia hemisférica
motriz en la enseñanza de una acción motriz deportiva, se destacan
como resultados más significativos:En la caracterización realizada a la población objeto de la
investigación desde el punto de vista de los niveles de dominancia
hemisférica motriz, se apreció una clara división entre sujetos que
manifiestan predominancia lateralizada y los que muestran latencia en
su dominancia. Es significativo el alto porciento de la muestra que
manifiesta índices de latencia en la dominancia hemisférica motriz, y
la gran cantidad de niños que manifiestan condiciones objetivas para
la ambidextría.Existen diferencias en relación con las ejecuciones de forma bilateral
entre los niños que manifiestan latencia y los que manifiestan
predominancia lateralizada en su dominancia hemisférica. Los mejores
resultados se expresan en los sujetos que presentan latencia en su
dominancia hemisférica motriz, lo que corrobora el planteamiento de
que las mejores posibilidades de ejecuciones bilaterales se muestran
en aquellos sujetos que tienen un gran nivel de comunicación
ínterhemisférica.
Conclusiones.Por lo que es criterio del autor del presente, abordar el estudio de
la dominancia motriz como un proceso de carácter relativo, no
resultado de un proceso fijado estructuralmente sino de un equilibrio
neurofisiológico dinámico, en el que su adquisición ha de expresarse a
través de la cantidad de experiencias (aprendizajes), las que asumen
un papel relevante en la determinación de las asimetrías o simetrías
laterales entre miembros homólogos en función de las particularidades
psicofisiológicas individuales
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